martes, 28 de mayo de 2013

Una curiosidad 11 meses después


Parece que lo hago a propósito, pero no. Hace 11 meses que no escribo nada en el blog. Mucho trabajo y poco tiempo para pensar con tranquilidad. Pero hoy sí. Hoy ha ocurrido algo curioso que merece la pena dejar escrito.

Sobre las 14:00 horas de hoy he salido a comer con un compañero de trabajo. Igual que cualquier otro día, y al mismo restaurante que cualquier otro día. Durante la comida han surgido variadas conversaciones, la mayoría centradas en el trabajo, ya sabéis, informática, tecnología de la información, avances tecnológicos, etc. De una de las cosas que hemos hablado ha sido de las impresoras 3D. Apuntadlo, porque será uno de los avances mas relevantes de la historia de la tecnología. La rueda, el fuego, la radio, el transistor, los viajes espaciales y las impresoras 3D.

Pero la curiosidad que ha provocado esta entrada no está en las impresoras. No sabemos cómo (hemos intendado reconstuir la conversación, pero nada), pero hemos terminado hablando de religión. Como soy ateo practicante y proselitista, es un tema que me gusta especialmente, y hemos estado un buen rato charlando sobre la religión y sus consecuencias (nótese que no digo virtudes, digo consecuencias). Su fin último, sus efectos morales y psicológicos, sus armas de persuasión y sugestión, (especialmente con la infancia), la no casualidad del nombramiento de un Papa argentino y su relación directa con el próximo desarrollo económico de Latinoamérica, el origen de la Biblia, de como el Antiguo Testamento sería el mejor guión de la mejor pelígula gore de la historia, etc. En fin, toda una serie de argumentos que me hacen ver a la religión como "La raiz de todo mal".

Cuando nos marchábamos, y mientras pagábamos nuestros menús una persona se ha acercado a nosotros y se ha dirigido a mi compañero Daniel. Se ha presentado y le ha entregado un recorte de papel con sus datos de contacto, diciéndole:

- "Buenas tardes, mi nombre es Pablo Ginés, soy redactor jefe de la sección de religión del periódico La Razón, y si quieres escuchar una versión diferente de la que te ha dado tu compañero, puedes ponerte en contacto conmigo. Buenas tardes."

Acto seguido y sin esperar contestación, ha vuelto a su mesa y ha seguido comiendo.

Hasta aquí los hechos. Mi compañero de comida Daniel lo ha revisado y da fe (nunca mejor dicho) de que ha sido así.

Sólo una reflexión: Pablo Ginés me ha ignorado. Se ha dirigido a mi compañero de comida y se ha presentado dándole la mano. Pero para él yo no estaba. Durante un momento he sido transparente para Pablo. Los argumentos que yo utilizaba y que el escuchaba desde la mesa contigua han sido lo suficientemente buenos como para provocar que Pablo Ginés quisiera dar su versión sobre el tema. Pero sólo a mi compañero. Conmigo no quería hablar. Lástima. Me hubiera gustado hablar con él sobre el aborto, el matrimonio homosexual, impuestos, leyes, etc. Pero él no quería hablar conmigo.

Saludos
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